Hipoglicemia, Ciclismo, y Cómo No Morir en el Intento.



Estampida de Vacas (Foto de Adriana Cabrera Velásquez)


En mis salidas habituales en bici me he acostumbrado a la parada de rigor a mitad de camino para tomar un refrigerio. Si la salida es entre semana generalmente paramos en una tienda o panadería a tomar tinto, aromática, avena, o Pony Malta; queso, mogolla y bocadillo. Si la salida es de fin de semana, por lo general más larga, paramos a desayunar y por lo general el menú incluye caldo de papa con costilla, huevos al gusto, pan y chocolate o café.

Yo, que siempre he estado a costumbrada a comer de todo sin problema, tengo predisposición a la diabetes por herencia genética. Cada año me mando practicar exámenes de glucosa en sangre para tener la herencia a raya y si de pronto aparece la enfermedad, poder detectarla y tratarla a tiempo. Este año el examen salió con niveles bajos de azúcar en la sangre, lo cual indica una hiperactividad del páncreas que curiosamente sólo se puede tratar bajando el consumo de azúcar para mantener regulada la producción de insulina.

 Lo anterior me tiene pensando en cómo debo modificar mi dieta, pero sobre todo, qué debo y qué no debo consumir y cuando debo consumirlo para poder suplir mis necesidades energéticas cuando monto en bicicleta.

Como tal vez ya lo había dicho en alguna entrada anterior, yo nunca salgo a montar sin haber comido mi plato de granola con yogurt y banano, acompañado de jugo de fruta (naranja, piña y tomate de árbol son mis preferidos.) Por lo general prefiero yogurt sin sabor y a veces encuentro uno que venden sin azúcar. Este plato es adecuado a mi condición pero tal vez ahora necesito buscar yogurt sin dulce de manera más intencional. También es recomendable cambiar el jugo de fruta por la fruta en sí, pues el azúcar de varias porciones de fruta concentrado en un vaso puede ser excesivo y contraproducente.

Para la salida generalmente echo en mi bolsillo un paquetico de maní, un bocadillo, y una barra de granola. El maní y la barra de granola pasan la prueba con la nueva noticia, pero el bocadillo no tanto, a menos de que sea sin azúcar. Un compañero generalmente reparte uvas por el camino, y espero que lo siga haciendo, pues éstas son excelente fuente de energía y calman la sed sin contribuir a la hipoglicemia.

En el refrigerio de la parada me gusta tomar Pony Malta, a la que tengo que decirle adiós desde este momento, y cambiarla por un yogurt, avena sin dulce, o simplemente agua. Lo mismo vale para las bebidas energizantes, que por lo general son una bomba de azúcar y cafeína que para una persona hipoglicémica pueden tener consecuencias graves. El pan y el queso que generalmente tomo con la bebida sí siguen siendo indicados.

Cuando las salidas son largas es habitual que nos guste parar en una tienda a consumir una cerveza para la sed. Esto es totalmente contraindicado no sólo porque las bebidas alcohólicas tienen azúcar, sino porque el alcohol en sí ayuda a bajar los niveles de glucosa en sangre convirtiéndose en un veneno para un hipoglicémico. Si no puede evitarse, el consumo de alcohol debe hacerse en bajas cantidades y nunca con el estómago vacío. Lo mismo va para el café, el té y el chocolate, así que en las rutas que incluyen desayuno, es mejor evitar estas bebidas y atenerse al caldo de papa o la cazuela boyacense sin más acompañantes.

Si la ruta es muy larga y nos coge la hora del almuerzo, es preferible la carne de cerdo, pollo o pescado a la de res, olvidarse del gordito del asado, preferir fríjoles y lentejas, y comer mucha ensalada.


Por lo demás, como el asunto es mantener el nivel adecuado de azúcar en la sangre, es más recomendable comer cinco o seis veces al día en pequeñas proporciones, que comer tres grandes comidas. Así mismo, durante la rodada es bueno comer un bocado de algún tentempié cada quince minutos, y tomar agua cada cinco. Ah! y como las bebidas energizantes salen de la lista de opciones adecuadas, el suero oral se convierte en una excelente opción hidratante.














Comentarios

Entradas populares