Cómo Caer sobre un Charco

Costurera, Vereda Caños, Paipa, Boyacá (Foto de Adriana Cabrera Velásquez)
Hoy salí con las compañeras del Costurero, un club de sólo mujeres en Paipa más interesado en empoderar a aquellas que quieren empezar a montar sin necesidad de un hombre al lado que les sirva de muleta, que en hacer alarde de logros y trofeos. 

Las rutas con Costurero son suaves y divertidas, pues nos concentramos más en compartir y escuchar las últimas noticias sobre nuestras vidas que en acumular kilómetros al pedal. Durante nuestras rutas reímos tanto que casi puedo contar esas salidas como rutina de ejercicio para mis abdominales. Y por supuesto, el paisaje paipano se convierte en el complemento perfecto para hacer de cada una de estas excursiones una completa terapia.

Hoy hicimos una ruta particularmente corta, pues una de nosotras salía por primera vez después de cuatro meses de pausa debido a una lesión que todavía está en tratamiento. Aunque íbamos de relax y comenzando despacito las actividades ciclísticas del 2017, el bajo nivel de dificultad de la ruta no fue impedimento para que otra de nosotras inaugurara el año tendida sobre un charco: Tratando de evadir con cuidado un lodazal rodeándolo por el borde, terminó proporcionándose una lodoterapia y unos cuantos moretones de los cuales todavía esperamos noticias.

Y he aquí las lecciones que aprendí de ella hoy sobre cómo caer sobre un charco: 

En primer lugar, la ciclista no se levantó inmediatamente tratando de fingir que lo tenía todo fríamente calculado a lo Chapulín Colorado. Al contrario, ella se quedó exactamente en la posición en que calló por unos minutos, aceptando con dignidad el accidente y enseñándonos que para un ciclista caerse es un gaje del oficio, y no un motivo de vergüenza. Ese espacio de tiempo le sirvió también para auto evaluar la gravedad de asunto, que por fortuna no pasó a mayores.

Por otro lado, la ciclista tampoco creó una escena de victimización, aunque el golpe le dolía. Cuando por fin se levantó, ya con el resto de nosotras alrededor prestas a suplir sus necesidades, lo primero que dijo fue: 

--¿Si se dieron cuenta que caí sobre la cabeza? ¡Definitivamente el casco sí es super importante!

Si uno no está gritando del dolor (lo cuál es totalmente válido si eso es lo que se siente, pero no si uno busca protagonismo y atención,) el que la accidentada se levante evaluando las medidas de prevención y seguridad es una excelente manera de saber que se encuentra bien. 

Por último, ya de pie y después de que le ayudamos a sacar la bicicleta del agua, nuestra compañera registró la enseñanza máxima del día, que a partir de ese momento la hace una ciclista más experta: 

--La orilla de los charcos es muy resbalosa, dijo. La próxima vez hay que atravesar el charco por todo el centro. 

No será difícil llamar a colación este episodio cada vez que mi instinto quiera esquivar los inconvenientes de la vida por la orillita. 

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