Cumpleaños en Bicicleta

Celebración de Cumpleaños, Trinidad, Duitama, Boyacá. (Foto de William Avendaño.)
Como hoy es mi cumpleaños madrugué esta mañana como todos los martes a montar en bicicleta. Hace un año no había todavía comenzado a incursionar en este hermoso deporte, y dormir hasta tarde era mi manera habitual de comenzar el día celebrando. 

La bicicleta ha cambiado mi vida de muchas maneras en muy poco tiempo, y una de ellas es que ahora me levanto antes de la salida del sol con entusiasmo, y no con hartera (como lo hice por muchos años para ir a la oficina.) 

Como mi familia sabe eso, sobre la mesa del comedor y en la penumbra de las cinco de la mañana, me esperaba un regalito para el uniforme que pude estrenarme hoy mismo. Mi mamá dejó un mensaje de voz en el teléfono diciendo: " Feliz cumpleaños, salgo a hacer diligencias y te llamo más tarde," y mi tía me llamó a las 10:30 am porque dijo: "Para qué la llamo antes si ella está montando bicicleta."

Mis amigos Correcaminos me hicieron fiesta a las ocho en la tiendita del refrigerio, con ponqué, queso crema, Pony Malta y una vela multi-usos que nos facilitó la señora del establecimiento, prestada porque es la que usan cuando se va la luz. 

Hubo fotos para el Facebook y hasta un regalo inesperado de mi mentora ciclística, que considero un trofeo a mis logros alcanzados durante esta última vuelta al sol. 

No podíamos finalizar la ruta sin una trepada final por el destapado hasta los tanques del acueducto de Paipa, pues toda fiesta de cumpleaños debe terminar con un buen postre.

Luego de una travesía maravillosa tanto por el desafío como por la compañía, llegué a mi casa para encontrar varias llamadas perdidas y un montón de mensajes electrónicos que aún me siguen llegando. 

La mayoría de éstos vienen de mis amigos de bici, a quienes hace un año no conocía y hoy me colman con una lluvia de demostraciones de aprecio.

No hacen falta más regalos. El cumpleaños es un buen día para ser feliz.

  

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