Antes de un Tinto

La Duraznera, 7:30AM, Paipa, Boyacá (Foto de Adriana Cabrera Velásquez)

Primero que todo, muchas gracias a todas y todos los ciclistas que han compartido sus opiniones favorables y sugerencias sobre Palabras Bielas. Espero poco a poco ir incorporando sus ideas a mis escritos. No duden en compartir el enlace de cada entrada o la dirección web del blog (http://palabrasbielas.blogspot.com.co/) con todas las personas a quienes estas lecturas puedan interesarles.

Hoy salí con mi grupo madre, el Club de Ciclomontañismo Correcaminos-Paipa, y algunos amigos del Club Espartanos MTB Paipa que nos acompañaron en el recorrido conocido como La Duraznera. 

La ruta comienza como de costumbre en la esquina de la Calle 25 con Carrera 17, y gira hacia la Vereda Canocas bordeando el Lago Sochagota por una subida que le saca a uno los ojos. Un pino imponente en la cima nos indica cruzar hacia la derecha, dejando el pavimento para merodear por hermosos senderos veredales. 

Para llegar al punto donde ya comienzan a divisarse los huertos de durazno al lado del camino, hay que superar una nueva subida con piedra suelta, zanjas  y curvas que le calibran el estado físico a cualquiera. 

Ya en la cima de esta segunda loma, el sendero se abre descubriendo cultivos de moras y tomates que llegan a acompañar a los duraznos. El camino entonces comienza a columpiarse de arriba a abajo en variedad de grados de inclinación, probando nuestra potencia de piernas y la destreza maniobrando los cambios de la bicicleta.

La concentración es importante para alistar el cambio apropiado antes de comenzar las subidas y así no colgarse a medio camino. También es crucial embragar los platos grandes antes de cada bajada para evitar que se nos descarrile la cadena con la vibración de las piedras.

Como no vamos solos, tenemos que ir midiendo no sólo nuestra pericia en el camino, sino la de nuestros compañeros, que bien pueden necesitar o que les demos "pista" para pasarnos al tener una cadencia más eficiente que la nuestra, o parar de repente por falta de fuerzas o algún obstáculo en el trayecto. 

Hoy amanecí bien y con energía para subir, bajar y maniobrar a gusto, pero a veces soy yo quien necesita un poquito de auxilio. Por eso es mil veces mejor no montar solo, y por eso es excelente tener un grupo de amigos que me motiven a levantarme tempranito a montar bici.

Después de unas bajadas raudas y liberadoras -- y debo agradecer al Sr. Alcalde por mandar pasar la cuchilla arreglando unas grietas abismales que antes nos hacían tener que bajar despacio -- por fin llegamos al premio: queso, bocadillo, mogolla y Pony Malta en la tiendita de la señora de las fresas.

Discutimos las novedades del momento y luego ensillamos de nuevo para un último embalaje por la avenida antes de la entrada triunfal al pueblo. Nos despedimos agradeciendo haber compartido esta experiencia y rogamos a Dios tácitamente que nos permita volver a repetirla.

Ya sola y de camino a casa, aprovecho los últimos momentos para practicar el pedaleo sin manos, una destreza que siempre he admirado en otros y este año quiero aprender a dominar.

Entro a casa y Silvia me recibe con un tinto y una sonrisa. Son las nueve y cinco de la mañana.

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