Palabras Bielas

ACV
Alto de Cuche, Municipio de Duitama, Boyacá (Foto de Adriana Cabrera Velásquez.)
Uno de mis logros del año 2016 que acaba de terminar es haberme convertido en ciclomontañista. Es distinto decir que monto bicicleta a decir que soy ciclomontañista. 

Bicicleta he montado desde que tenía seis años, y con algunas breves pausas causadas en su mayoría por múltiples trasteos, podría decir que siempre he tenido una cicla. No es lo mismo decir que uno tiene cicla a decir que uno es ciclista. 

La diferencia no está en el número de kilómetros recorridos, la experticia o la categoría. La diferencia radica en que un ciclista respira bicicleta, en su cabeza esta montando todo el día sin importar si se encuentra sentado en un escritorio, haciendo mercado o estripado en un Transmilenio (aunque si es ciclista lo más probable es que esté montado en una cicla y nunca tenga que sufrir ese martirio.)

Un ciclista sonríe, saluda y es feliz. Un ciclista se emociona cuando otras personas deciden ser ciclistas y las apoya para que lleguen a serlo. Un ciclista tiene muchos amigos ciclistas, y como los ciclistas se desempeñan en otras cosas cuando no montan cicla, un ciclista literalmente nunca se bara, porque en momentos de necesidad siempre encuentra a alguien que le eche una mano.

Un ciclomontañista es un ciclista enamorado de la montaña que prescinde del pavimento. Y como en cada salida ocurren cosas, y siempre que salgo llego a casa con anécdotas para contar que generalmente se quedan en el aire, saludo el 2017 con mi nuevo blog, Palabras Bielas, en el que espero escribir algo después de cada salida a montar en bicicleta. 

Ojalá así se puedan recopilar las historias, para que éstas se pierdan más bien en el castillo interior de sus imaginaciones.

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