Biomecánica, o Por Qué Prefiero Hablar con una Mujer Ciclista

"Conquistando el #$%& Pantano." Pantano de Vargas, Paipa, Boyacá (Foto de Adriana Cabrera Velásquez)





La semana pasada acompañé a una compañera a la Ciclería Café Taller de Duitama donde le hicieron un estudio biomecánico y los ajustes correspondientes a su bicicleta. Ya hace unas semanas yo había ido al mismo lugar a pedir recomendación para cambiar de sillín, pues el que tenía, que era el original de mi bici, me hacía tener que parar cada rato debido al molesto adormecimiento en las partes íntimas durante las jornadas de pedaleo.

En aquella ocasión me sorprendió gratamente el hecho de que no me miraron con cara de haber visto un extraterrestre por haber solicitado un sillín para mujer, como sí me había sucedido en otros almacenes vecinos. Por el contrario, me sacaron un muestrario de por lo menos cinco o seis sillines de donde escoger, explicándome con detalle los pro y los contra de cada uno de ellos.

A los pocos días llevé mi bicicleta al lugar, donde, después de escoger el sillín de mi preferencia, lo montaron a la bici y lo ajustaron a mi medida. No le he confesado a mis compañeros, que desde ese entonces se preguntan por qué de repente me está rindiendo tanto en la subida, que el secreto está en que voy cómodamente sentada en mi nuevo sillín, sin tener que detenerme cada tanto o aguantarme la molestia hasta el final de la escalada.

Fueron estas referencias las que animaron a mi amiga --quien llevaba un año aguantando el dolor de codos y rodillas al montar con el sillín bajito por miedo a una caída-- a dar el paso de pagar un ajuste biomecánico de su bicicleta. Los resultados no se hicieron esperar. Ella monta más cómoda y feliz ahora que la bici está ajustada a su medida. Además, como técnicamente pagó para que le subieran el sillín, no puede volver a bajarlo porque perdería la platica. En cambio le tocó enfrentar su miedo y aprender a arrancar y a detenerse sabiendo que cuando está sentada en la bici los pies no le llegan al suelo (que es como debe ser cuando la bici está bien ajustada.)

Ahora bien, con esto no quiero decir que uno paga una plata simplemente para que le suban o bajen el sillín de la cicla. Un estudio biomecánico implica mucho más que eso: una entrevista sobre el tipo de ciclismo, hábitos y frecuencia con el que se practica; postura corporal, niveles de flexibilidad, fuerza y potencia muscular, medición de talla y peso, entre otras. En varias páginas web, incluyendo las reseñadas en esta entrada de blog, el costo de dicho estudio está por el orden de los $200 dólares. En La Ciclería de Duitama se lo hacen a uno, fisiatra incluído, por la módica suma de $50 mil pesos.

Sólo una recomendación le haría a La Ciclería para que mi experiencia cada vez que entro allí sea aún más placentera: Las personas que saben de ciclas y lo asesoran a uno en ese almacén son todos hombres. Las mujeres que atienden, que también son ciclistas, son generalmente las que le venden a uno la ropa deportiva o las que preparan el café. Recibir asesoría de hombres que saben del asunto está bien, pero a veces, y sobre todo cuando quiero consultar sobre cosas como adormecimiento en mis partes íntimas, prefiero hablar con una mujer ciclista.




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