Ciento Veintitrés Kilómetros Hasta la Meta



Camino a Gámbita. Gámbita, Santander. (Foto de Joseph Santiago Sandoval Sánchez)


Paipa es una comunidad donde las noticias importantes se saben pronto, y cuando digo noticias no hablo de la firma de los acuerdos de paz, o de la liberación de Odín Sanchez, o la reforma política, sino de lo que realmente importa en esta tierra:

Que el sábado Correcaminos y sus amigos salieron a una travesía de ciento veintitrés kilómetros, recorriendo Sotaquirá, Arcabuco, La Palma, Gámbita y Palermo, escalando montañas, conquistando placa-huellas, bajando pendientes delicadas, y aguantando la vibración monótona de un par de valles cuyos senderos se extienden por kilómetros tapizados de piedras. Que hubo accidentados, varados y pinchados, pero que en general todo lo que ocurrió se resolvió de la mejor manera. Y que entre el valiente grupo de ciclistas se encontraban nueve guerreras maravilla que hoy engrandecen la dignidad de Paipa por haber llegado intactas a la meta. 

Mi mecánico esta mañana se veía gustoso de hacerle el mantenimiento a la cicla de una de aquellas guerreras legendarias. Hace un año, cuando llevaba sólo un mes de estar montando en serio y mi mentora con su peculiar modo de convencerlo a uno no vio problema en que yo los acompañara en la jornada, llegué feliz de haberme subido al carro escoba después de ochenta kilómetros, cuando ya del cansancio no oía, ni veía, ni entendía nada. En ese entonces duré una semana sin poderme mover pero con el corazón cargado de gloria.

Han pasado varias travesías y cientos de kilómetros desde esa época. Atrás han quedado las inseguridades y los momentos de angustia de no poder, y a cambio ahora mora en mi corazón una emoción feliz que me reta cada día a conquistar más cuestas. Me alegra ser orgullo de quienes me han acompañado en el camino e inspiración de las que ahora empiezan. Todas ellas ruedan conmigo en el boleto de primera clase de mi bicicleta. 

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