El Ciclopaseo que Terminó Siendo Travesía

Los Tejos del Diablo, Páramo de Soracá, Soracá, Boyacá (Foto de Jacqueline Pineda Buitrago.)


Soracá, Municipio de la Provincia Centro del Departamento de Boyacá, es reconocido por sus misas de sanación, que mensualmente convocan a miles de feligreses pidiendo por la salud de sus allegados. Son conocidos los testimonios de participantes que sienten cómo las brisas del Espíritu Santo los convierten al Evangelio o los liberan de sus pecados, y por eso esta población boyacense es uno de los destinos Católicos más importantes de Colombia.  

El Domingo pasado la Alcaldesa de Soracá organizó el Gran Ciclopaseo del Día Internacional de la Mujer, que para mí fue la prueba de que los milagros sí existen y sí suceden en Soracá, aunque el que yo presencié no fue precedido por el párroco de la iglesia.

Varios días atrás habíamos recibido la invitación al ciclopaseo, con florecitas rosaditas y una bella ciclista plácidamente sentada en el cesped, formato típico de todas esas celebraciones que quieren exaltar a la mujer como embellecedora del planeta.

El año pasado en un evento similar organizado por la Alcaldía de Paipa, nos presentamos al rededor de cien mujeres ciclistas para hacer un recorrido deferente de unos diez kilómetros al rededor del Lago Sochagota. 

Personalmente, el rosadito delicadeza del afiche soracense y el hecho de que la anfitriona del evento era la Señora Alcaldesa, me llevó a prejuzgar que el ciclopaseo iba a convocar a un puñado de mujeres a recorrer los alrededores del área urbana del Municipio, para luego entregarnos una flor y llenarnos de los habituales halagos con frecuencia tan carentes de sentido.

Una de las cosas que hace el sexismo es predisponer a la mujer a esperar un trato condescendiente y estar agradecida de que se le haya prestado atención del todo. Por eso no me preparé para una gran hazaña, como si lo hago cuando participo de eventos ciclísticos en donde la publicidad incluye los músculos de Espartaco.

Y he aquí donde comienza el milagro: Con las rosas rosaditas y el engañoso nombre de "ciclopaseo," la Señora Clementina Guayacán Guevara nos envió en un verdadero encuentro con los esplendores de su Municipio.

El ciclopaseo comenzó en el parque principal y terminó dos cuadras más tarde, porque después de eso el recorrido nos llevó a envestir una tremenda placa-huella, escalar una pendiente rocosa y poco a poco internarnos en el páramo hasta llegar a Los Tejos del Diablo. Y si. El nombre les da una idea del grado de dificultad de la subida. 

Luego nos encontramos una bajada técnica en la que no nos atrevimos a echar madres porque el paisaje merecía el sufrimiento. Más adelante nuevas placa-huellas, barro, lluvia, niebla, más lluvia, más lomas para subir y bajar y más paisaje para deleitarse. 

Al llegar a la meta nos recibieron con pocillo recordatorio, rifa de camisetas conmemorativas, y un almuerzo de esos que uno come como reconstituyente y no para guardar dieta.

La Alcaldesa de Soracá nos trató como lo que somos: Ciclomontañistas. Ella atinó a aprovechar nuestra fortaleza para resaltar que está mal aguantar tanta violencia y nos recordó que llevamos dentro el nervio para hacerle frente. 

En Soracá ocurren milagros donde el Espíritu Santo duerme entre la niebla y la oración va montada en bicicleta.



Comentarios

Entradas populares