Maneras Ciclísticas de Celebrar el Día de la Mujer

Batichica (Foto de Adriana Cabrera Velásquez)

Es de amplio conocimiento que los estereotipos de posición, función y comportamiento asignados a la mujer por la sociedad están muy bien representados en el ámbito del ciclismo. 

Comenzando por la prohibición de montar cicla por miedo a que el sillín haga las veces de pene y nos quite la virginidad, o inhiba la sensibilidad del clítoris disminuyendo la función sexual (prohibición que a propósito, según me contaron por ahí, impidió que Leidy Quintana -hermana de Nairo y Dayer- incursionara en el ciclismo profesional.)

Continuando con clasificaciones que he visto en prestigiosas travesías que asignan un kilometraje y grado de dificultad a las mujeres y uno mayor a los hombres, asumiendo que si eres mujer no eres capaz de hacer la ruta larga y difícil. 

Terminando con las demandas sobre la apariencia física: que si no eres esbelta y curvilínea nadie te atiende para algo más que venderte una bicicleta con la que puedas ir por el pan a la tienda.

Las ciclistas aguantamos eso y mucho más para poder practicar con gusto nuestro deporte, y como ayer fue el Día Internacional de la Mujer y me colmaron de flores y elogios, quiero aprovechar la coyuntura para describir cinco maneras en que celebro ser mujer en mi bicicleta:

1. Mi bici es blanca con negro; no rosada, ni moradita, ni cremita, ni azul clarita. 

2. Cuando me toman fotos en bici y con uniforme, no poso como las chicas Águila. 

3. En paseos largos, no me preocupa que llenar los bolsillos traseros de mi casaca con barras de granola, bocadillos y maní vaya a impedir que se marque bien mi figura.

4. Cargo herramienta (Si. No importa que así la cicla sea más pesada) y sé cómo usarla en caso de una varada.

5. Le hago el mantenimiento básico a mi bici, y cuando la embarro voy donde mi mecánico con el percance y él me enseña.

Y la ñapa: Nunca salgo a montar sin plata en el bolsillo, pues aunque a veces es chévere que los compañeros gasten, no tenerla automáticamente me convierte en una "damisela en apuros" que necesita ser rescatada.