Como Lidiar con Pavimento en una Bici de Montaña

Subida al Alto de Canutos, Belén, Boyacá (foto de Adriana Cabrera Velásquez)


Ayer nos dimos un baño de popularidad por las veredas de Belén, Boyacá, en un recorrido de ida y vuelta de 110 kilómetros desde mi casa. Digo desde mi casa porque yo vivo en una vereda a cinco kilómetros de la zona urbana de la ciudad de Paipa, así que cuando me encuentro con mis compañeros en el centro ya llevo cinco kilómetros de recorrido encima. Eso hace que a la cuenta total de distancia recorrida en cada salida, yo le pueda sumar diez kilómetros adicionales.

El caso es que ayer el recorrido fue puro pavimento, lo cual no es ideal cuando estamos en una bicicleta de montaña, pero pues no todos podemos tener una bici distinta para cada tipo de terreno. Al final del recorrido sí me dieron ganas de pedirle al Niño Dios una bici de ruta, pero cuando eso suceda ya estaré en un grado más elevado de sofisticación y para eso faltan todavía muchas navidades.

Mientras tanto, aquí van mis reflexiones sobre cómo hacer la salida más llevadera cuando se hace una ruta de pavimento en una bici de montaña:

Primero que todo, las salidas por cemento en bici de montaña ejercitan no sólo el cuerpo sino también la paciencia. Como las llantas son mas anchas y tienen más área de contacto con el piso, además de que las bicis de montaña son más robustas con respecto a las de ruta, iremos más despacio y al pedalear grandes distancias sentiremos que hacemos demasiado esfuerzo para avanzar muy poco. Una manera de amainar este efecto es inflar más las llantas, casi al tope del máximo que aguantan (60 a 65 psi) en vez de las presiones bajas de 30 a 35 psi que es lo que se usa cuando se rueda por destapado.

Lo segundo es saber que el pavimento es algo así como un calentador pegado al piso, así que hay que protegerse bien, no sólo de los rayos del sol que vienen de arriba, sino también del reflejo de los mismos y el bochorno producido por el pavimento desde abajo. Esta circunstancia hace que la experiencia de rodar por pavimento sea muy pero muy distinta a las travesías por trocha o carretera de gravilla, y que sea todavía más importante mantenerse hidratado. Por fortuna, en carretera es más fácil encontrar tiendas en las que nos podamos abastecer por el camino.

Lo tercero es tener en cuenta que al rodar por pavimento, y sobre todo si vamos por vías principales, tendremos que lidiar con un ejercito de tráfico, en vez del carrito esporádico de las veredas. Ya es sabido que el porcentaje de los conductores que respetan al ciclista en la vía es mínimo. Es más, a veces siente uno que la tendencia de los conductores es echarle el carro a uno encima, y que esta tendencia incrementa en proporción directa con el tamaño del vehículo. Por eso en estos casos se vuelve muy importante rodar en bloque con los compañeros para ser más visibles y estar mejor protegidos de las envestidas de choferes inescrupulosos.

Si llueve, ¡Pilas! el pavimento se vuelve un jabón. En este caso las llantas anchas son una ventaja, pero es recomendable entonces parar un segundo a quitarle un tris de aire para mejorar el agarre, y por supuesto, bajar la velocidad, sobre todo en las bajadas. También recordar no pisar las líneas de demarcación de la carretera cuando llueve, pues la pintura es super resbalosa cuando se encuentra mojada. Para más recomendaciones sobre montar bajo la lluvia les recomiendo mi entrada ¡Llegó la Lluvia!

De resto, ¡Haganle! que bici es bici y se sigue sintiendo excelente conquistar nuevas metas y conocer nuevos caminos.

Si quieren leer un poco más sobre las diferencias entre las bicis de ruta y de montaña, aquí les dejo este artículo.




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