Porte de Ciclista

Señal de tránsito irlandesa, por Limbo-Messiah 




Tengo entre mis compañeros Correcaminos uno muy especial que sube fotos a las redes sociales con los paisajes y compañeros de sus correrías en bicicleta, con descripciones al estilo de la siguiente:

"Hoy, Divino, Niño, Ranchería, Peña Amarilla, con mi hermano y mis 140 kilitos." 


Sus descripciones son tan graciosas como alentadoras, porque quizás ingenuamente, mostrar que uno puede compartir jornadas al pedal con su gente y recorrer hermosos paisajes sin tener la típica pinta esbelta de un ciclista, de una u otra manera transmite la idea de que el ciclomontañismo es para todo el mundo. 

Es algo así como cuando uno va a una clase de yoga donde el maestro come carne, o a una clase de danza donde la profe se parece más a Fiona que a Pocahontas. En esos casos yo de veras empiezo a creer que esas actividades son para mí, y se vuelven mucho menos intimidantes porque las dirigen personas que se ven como uno, y no como alguien imposible de emular.

Y no digo esto para decir que no hay que tener un estilo de vida saludable, o cuidarse para poder disfrutar más y mejor del deporte que uno hace. Lo digo para desbaratar el estigma de que una persona se debe ver de una manera determinada para poder hacer una actividad determinada, y que si no es así no tiene derecho a ejercerla.

Como alguna vez lo dijo Carlos Vives, "No hay que ser obeso para cantar Vallenato." De la misma manera, no sólo perdiendo peso se optimiza el rendimiento sobre la cicla.

Y ya que hablamos del tema, me llegó en estos días un artículo de la Revista Bicycling sustentando algunas razones para ganar, en vez de perder peso para optimizar nuestra potencia al pedal. Aquí les comparto las ideas más relevantes:

1. El mito del peso ideal: Uno tiene más reserva energética, y por lo tanto más potencia, si su peso está unos dos o tres kilos por encima de su peso ideal. Si uno pedalea largas jornadas con su peso ideal, el cuerpo no tiene de donde quemar calorías y los efectos comienzan a ser contraproducentes.

2. La esbeltez debilita el sistema inmune: A menos de que uno tenga naturalmente una complexión física delgada, forzar el cuerpo a tener un peso ligero compromete el sistema inmune y nos hace más susceptibles a las enfermedades.

3. Nos sentimos miserables: Esta me pasa a mí con frecuencia. Si no he comido me da mal genio. Cuando uno tiene mal genio produce cortisol, que irónicamente promueve el almacenamiento de grasas en el cuerpo. Así que para ser ciclista sin sentirse miserable, hay que dejar de contar calorías y hay que comer.

Mi consejo, y hablo por experiencia, disfruten de la bici y salgan con frecuencia para que ella los lleve a lugares cada vez más hermosos y emocionantes. Coman bien y sigan comiendo. Si pierden peso en el camino, alégrense y no se preocupen, que el cuerpo sabe hasta donde llega. Si no pierden peso, despreocúpense: esa no es nuestra motivación para montar en bicicleta.







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