Carta a un Ladrón de Bicicletas


 Punto de Refrigerio, Travesía Martello 2016, Yopal, Casanare (Foto de Adriana Cabrera-Velásquez)


Estimado ladrón de bicicletas:

Hoy salimos desde Paipa, pasando por Duitama hacia el Alto de Cuche, y luego bajamos a Santa Rosa de Viterbo para parar a desayunar en el parque.

Aunque íbamos en un grupo mixto de casi veinte personas, entre la llegada a la panadería y lo que salí del baño,  la mayoría de mis compañeros se habían ido a comer mute al restaurante de la esquina. Otros más decidieron acompañarlos poco después, de manera que sin pensarlo quedamos tres mujeres ciclistas desayunando en el establecimiento.

No se ni dónde estaba sumercé ni como se percató del asunto, pero más me demoré yo en sentarme que sumercé en entrar a tantear el terreno de una manera que de inmediato alertó a mis compañeras. De un momento a otro ya no lo vimos más, pero poco después Usted reapareció con otros dos señores.

Todavía tengo en mi memoria la manera como sumercé me miró con esa risita sarcástica de "vieja pendeja le voy a robar su bicicleta," antes de aparentar comprar mil de pan parado frente al mostrador.

Las tres nos levantamos de la mesa de inmediato y salimos del establecimiento. Una de nosotras comenzó a hablarle a unos ciclistas en la calle que, aunque no eran de los nuestros, estaban parqueando sus ciclas en la tienda del frente. Sumercé ahí mismo entendió que no estábamos solas, y en un abrir y cerrar de ojos se esfumó con sus compinches tan rápidamente como había aparecido.

Me parece el colmo que se levante temprano a ver qué ciclista le da el papayaso para llevársele la bicicleta. Debería más bien madrugar a montar, a ver si se transforma en una mejor persona. Si quisiera robarse mi bici por necesidad, le aseguro que hasta yo misma se la regalaría, pero eso no fue lo que me dijo la expresión de su rostro. Lo que leí en su cara fue ganas de hacernos daño.

Me parece ingenuo que piense que porque somos mujeres hubiera sido más fácil para Usted llevarse nuestras ciclas. Quiero que sepa que si Usted y sus secuaces hubieran si quiera tocado una de ellas hubiéramos hecho tanto escándalo que no sólo nuestros compañeros come-mute sino todos los ciclistas de Santa Rosa los hubieran perseguido.

Cada ciclista de esta región está cansado de que le roben la cicla.



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