La Playa de Boyacá

Playa Blanca, Lago de Tota, Boyacá (Foto de Adriana Cabrera Velásquez)


Este fin de semana completamos otra más de nuestras hazañas en bicicleta pedaleando desde Paipa hasta Playa Blanca en el Lago de Tota, Municipio de Aquitania, en Boyacá, por 115 kilómetros de ida y vuelta. 

Salimos muy tempranito del centro de la ciudad hacia Pantano de Vargas, subiendo por la Vereda Chital hasta llegar a Firavitoba. Luego de un raudo descenso nos encontramos con el pintoresco pueblo de Iza, Patrimonio Nacional, donde nos esperaba un delicioso desayuno con caldo de costilla, tamal, café, y pan.

 Ya recargados de energía, comenzamos el ascenso hacia Cuítiva y de allí el tramo más empinado hasta llegar a Tota. Aquí paramos para una sesión de fotos al lado del cedazo más grande del mundo (abalado por los Guiness World Records en el año 2012,) y las esculturas del Maestro Delfín Ibañez en homenaje a los campesinos y tejedores de lana de la región. 

En el parque nos encontramos además con una señorita periodista que no cesó de tomarnos fotos con su cámara de alta gama. Su tarea era levantarse tempranito a merodear por la plaza a la espera de momentos memorables para fotografiar, y así engalanar con ellos la página web del municipio. Allí debemos estar ahora en primera plana.

Luego de ese bañito de popularidad, emprendimos el viaje de nuevo hasta el alto donde se divisa por primera vez el majestuoso Lago. En la distancia podíamos apreciar el largo descenso para llegar hasta nuestro destino --y que deberíamos subir de nuevo en el viaje de vuelta-- cosa que en ese momento hizo pensar a algunos en dar por terminado el recorrido y emprender el regreso.

Nada como haber estado antes en Playa Blanca para saber que la Trucha Coraleña merece cualquier esfuerzo. Al pasar nuestra ciclista timonel, que iba animando a los que iban más despacio, un alegre "¡Síganme los buenos!" fue suficiente para disipar cualquier duda. Momentos después gozábamos con los aromas culinarios y la vista tropical de Playa Blanca, que se extiende imponente a 3100 metros de altura sobre el nivel del mar.

El resto es de amplio conocimiento para cualquier ciclista: Cuando uno monta en bici y está exhausto, la única opción posible es seguir adelante. La ilusión de un baño caliente, un buen cambio de ropa, y la satisfacción de llegar montado a la meta son alicientes del más alto calibre.

Al día siguiente las experiencias, las fotos y anécdotas compartidas profundizan nuestros lazos de confianza. El ciclismo es un regalo de nuestro Amigo secreto.


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